miércoles, 10 de julio de 2013

Silverstone ’13: Day six. Endurance. Sundays are for racing. Part II.

Coche en pista. Temperatura de domingo británico de más de 25ºC, la pista está cogiendo temperatura. Y ahí sale Xabier Gurrutxaga con la FSTEC13. Los sudores de las carreras de Motegui empujando nuestros 243kg (sin contar el piloto) por el paddock para llegar a la zona de repostaje y carrera quedan ya atrás. La tensión de si llegaríamos a la hora de salida de nuestros enviados está ya calmada. Ahora es momento de verlo en pista.

Son en estos momentos en los que piensas en todo el fin de semana, en tu año o en tus cuatro años en el equipo. Meditas si hiciste todo lo que pudiste, si vigilaste cada parte del coche como si fuera la más vital, y si lo diste todo hasta el final. Es ahora cuando todos estamos unidos en una misma mirada; dicen que en el coche sólo va uno, pero aquí vamos todos dentro. Y todos pasamos por los tensos momentos de la Endurance. El primero llega nada más salir, porque salir es ya un reto. Aquí no hay "park assist" ni ayudas para dummies, esto es un coche de carreras hecho por y para la competición. Xabi burla esta primera prueba con maestría, control de embrague, sube de vueltas hasta que ruge en Silverstone y lo va soltando lentamente. A escasos diez metros Duro, Sabanado y rAce (servidor) vemos como sale, contenemos nuestra respiración y apunto en el cuaderno de notas la hora de la salida. De la misma manera que lo apunté hace dos años ya en este mismo trazado mientras salía Iñigo Domínguez. De la misma manera que lo hará el futuro del equipo.

Sale, libre hacia la pista vacía. Salimos de los primeros, con apenas dos coches más en pista. Con calma, sin prisa pero sin pausa. Cada cono penaliza, cada salida de pista nos hará daño. El objetivo está claro: traer el coche a casa sano y salvo. Nada más salir, a las dos vueltas primera alerta. ¡Bandera amarilla! Un coche se ha quedado parado en la orquilla del circuito, en la curva más cerrada, ahí está parado. Los comisarios andan un poco lentos con las banderas amarillas (no es una crítica hacia ellos porque son voluntarios y buena gente) y empezamos a saltar en la esquina como locos pidiendo banderas. El pobre coche calado, malherido intenta arrancar. Xabi está llegando, en cinco segundos ahí estará. ¡Cuidado Xabi! 

Salva bien la situación, embrague y GAS. El otro coche, contra el muro al volver a arrancar. Primera víctima a los dos minutos de empezar. Nosotros seguimos en pista, cruzando mensajes con la gente de grada, con nuestro equipo: número de conos, zonas peligrosas. En estos momentos pides justicia, pides que te quiten a ti varios años de buena suerte con tal de verlo acabar. Pides que todo salga bien. Sabes del trabajo hecho por todos los involucrados. Con todos los que están ahí dando su tiempo por el equipo. Está gente es la que será el relevo, los que trabajan con pasión y responsabilidad. Y los míticos queremos que ellos disfruten de esta prueba terminada. 

Pero las carreras no entienden de sentimientos, ni deseos. No les importa que sea probablemente tu última carrera en el equipo, ni que hayas dormido mal el último mes. No entienden de lágrimas ni sudor. Y nos golpea allí donde no podemos verlo desde el muro. Llega el mensaje por radio de que el coche se ha parado, de que todo se ha terminado. Es el mensaje que nunca quieres oír. Es el inicio de tu agonía. De las mil imágenes que te vienen a la mente. El sonido del paddock se distorsiona, las figuras de la gente se confunden ahora borrosas. Es el final. No puedes hacer nada más. Por mucho corazón que haya, por mucha cabeza que tengas, no puedes volver. Un retén se ha soltado, y con él nuestras esperanzas de terminar la Endurance.

El resto de la historia no es para ser recordada. No porque la tristeza sea algo a evitar, sino porque la imagen que debe quedar es la de un equipo que ha luchado hasta el final. Un equipo de veinte estudiantes que cambiaron el sábado un palier en menos de media hora, que prepararon una carrocería en un camión para lucirla como nadie, que lucharon juntos, que fueron equipo. Si hay alguien que lee esto y piensa que esto es un camino fácil, que estamos haciendo lo mismo, que estamos parados le invito a que me escriba. Le invito a que vea las caras de cansancio, sudor y lágrimas de este equipo. Y vuelvo a insistir: equipo. 

Un equipo que luchó, cayó y se levantó unido en este domingo de carreras. 

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