martes, 26 de julio de 2011

Anécdotas: Segunda Parte


Valientes fueron los hombres que se embarcaron en la aventura de ir hasta Silverstone en furgoneta. Más de catorce horas metidos en una caja de zapatos, cargados hasta arriba con las esperanzas de todo el equipo... y comida. Escuchando durante interminables horas el ruido (que no sonido ni melodía) del motor diesel de las furgonetas, bajo el compás de grandes temas musicales como el probe Miguel ó Te voy a comer con tomate. Valientes fueron. ¿Pero qué pasa con la jet-set?

Nuestro viaje en avión fue cómodo, por decirlo de alguna manera. No nos reconocían en el aeropuerto como Tecnun Motorsport, a pesar de ir por ahí con la cazadora del equipo. Será que hasta Francia no llegan los ecos del equipo. Un vuelo placentero, sin turbulencias. Al llegar al aeropuerto de Standsted teníamos que ir a recoger nuestro coche de alquiler. El precio que teníamos previsto era bastante low-cost, o mejor dicho: cost effective. Pero al llegar al punto de recogida nos cruzamos con el clásico vendedor de alfombras. No sólo nos acabamos llevando el coche con un depósito de gasolina ya cubierto sino que contratamos el seguro completo. Que si no se puede pagar en cash, que si lástima que la tarjeta de Domínguez no valía... Y los neumáticos no entraban en el seguro.

Primer golpe en la moral del equipo, engañados por un vendedor. Con ganas de revancha fuimos a por nuestro coche. ¿Será un Quattroporte? ¿Un Panamera? No, era un Peugeot. Pero no un Peugeot cualquiera, era un 207 Verve Edition. No sabemos aún que implicaba Verve Edition, sólo sabemos que el interior era negro y rojo. A juego con nuestros colores. Se nota que el nombre de Tecnun Motorsport había llegado a Inglaterra. Así que nada, listos para llegar a Silverstone. Como buenos aventureros íbamos con nuestros mapas de Via Michelin sin ayuda de GPS. Al mando I.Domínguez, de copiloto J.Díez (el cojo tenía que estirar la pata, estar cómodo vamos), atrás: M.Alijostes, J.Peñalva y servidor, G.Arce.

Los primeros metros fueron difíciles, no tenemos la culpa que los ingleses no sepan por qué lado se tiene que conducir ni dónde poner el volante. El piloto iba apurando la cuneta, buscando la zona limpia suponemos. Preguntas cómo: ¿cuál es el límite de velocidad?¿En millas me dices?; revoloteaban nuestras mentes. El copiloto jugó un papel clave en la confianza del grupo Verve. Sus indicaciones eran altas y claras: "No tengo ni idea por dónde es, tú sigue por ahí. ¡Yo qué sé por dónde se va, si aquí no pone nada!." Seguimos el principio cero de la física: ante la duda, gas. Y después de casi dos horas, ¡ya estábamos en Silverstone!. Las caras de alegría del equipo al vernos son indescriptibles. Caras de sueño y ojeras. Nos recibieron con la "atxurra" del equipo. Una maravilla de la ingeniería, 5 años de carrera para eso.

Pero ya estábamos todos juntos, y se notaba que por fin estábamos donde queríamos y juntos. Empezaba la aventura.

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